La vida de Cassius Clay da lugar a varias interpretaciones. Cuando cambió su nombre al de Muhammad Ali para adaptarse a la religión del islam; la historia del boxeo profesional cambió. Incluso marcó pautas para otras disciplinas de combate. La confrontación contra el luchador japonés Antonio Inoki -que falleció hace una semanas- se considera como uno de los eventos precursores para las artes marciales mixtas.
El evento de lucha libre con mayor asistencia en el mundo -con registros oficiales- lo tuvo como invitado especial. En 1995, World Championship Wrestling (WCW) hizo un atípico evento de lucha libre en Corea del Norte. La presencia de Ali sirvió como aval para que la empresa americana celebrase dos eventos de lucha en días consecutivos con audiencias que superaron, según estimaciones, las 150 mil personas. Las peripecias de estas funciones pueden consultarse en la serie documental producida por VICE: Darkside of the ring.
Antoine Fuqua, conocido por su trabajo en como director en películas de acción, presentó un documental en dos partes llamado What ‘s my name: Muhammad Ali (2019). Uno de los productores es la estrella de basketball Lebron James. Con casi tres horas de duración, el material en pantalla te atrapa. Gracias a la restauración de largometrajes, se aprecia a un niño llamado Cassius Clay que compite en peleas amateur de adolescentes en Kentucky.
Hecho tras la muerte de Alí -en 2016-, se usan grabaciones del boxeador que narran fragmentos de la historia. Cassius empezó a practicar boxeo como medida para evitar que le robaran su bicicleta por segunda ocasión. En niño mostró cualidades excepcionales. Un par de años después ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Con un éxito de esta magnitud hizo lo mismo que otros sujetos; dejó el boxeo amateur para convertirse en profesional.
Inspirado por el luchador Gorgeous George, decidió convertirse en un personaje polémico que atrajera la atención mediática. No importaba si lo aman u odian, lo importante era lograr vender todos los boletos de la arena. Las cualidades de Alí arriba del ring lo hicieron enfrentar a pesos completos insignes: Joe Frazier, George Foreman, Leon Spikes y Ken Norton por mencionar a algunos. Fiel a sus ideales religiosos, se negó a alistarse en las fuerzas armadas para combatir en Vietnam. Esto lo hizo recibir críticas feroces de la opinión pública. La pelea que tuvo contra Chuck Wepner fue la inspiración para que Sylvester Stallone creara el personaje de Rocky Balboa.
Galante, con facilidad de palabra y exitoso, los programas de variedad lo recibían con agrado. Mostró la inteligencia necesaria para combinar momentos divertidos y crítica certera a cuestiones sensibles del momento. La selección -y restauración- de material de la época es excelente. Tres veces campeón de peso completo por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), Alí se retiró del cuadrilátero para iniciar una lucha más en favor de la gente necesitada. Recorrió el mundo para dar un mensaje de paz y tolerancia entre las personas. Los años de golpes contundentes lo hicieron padecer de Parkinson; el hombre que se convirtió en un referente de agilidad mental vio limitada su capacidad para comunicarse.
Conmueve ver a Muhammad encender el pebetero de los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. Un estadio repleto ovacionó de pie al hombre de color; una de las tomas del momento se enfoca en el entonces presidente Bill Clinton que parece estar a punto del llanto. En esta época donde se habla de una falta de ídolos en el boxeo; recordar a un hombre ilustre que ayudó a colocar la actividad como un referente cultural es valorado. El documental puede consultarse en la plataforma de HBO Max. El hombre que picaba como abeja ahora vuela como una mariposa legendaria e inolvidable.
Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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