Medios de comunicación especializados en cinematografía han resaltado el mismo acontecimiento: las películas planeadas para ser éxitos –blockbusters- en 2024 fracasaron. Una breve revisión a los estrenos en las salas de cine tradicional ejemplifica esto. Contradicción al momento de revisar la creatividad de los estudios: miles de opciones de entretenimiento pero pocas ideas nuevas en cartelera. Esta tendencia continúa en lo que respecta a la plataforma de entretenimiento digital.
Road House (Rowdy Herrington, 1989) es un largometraje que copila los elementos del cine comercial de la época. Estrella del momento como protagonista, historia simple, secuencias de acción entretenidas, humor básico, personas atractivas y éxitos musicales. Patrick Swayze vivió, durante unos años, la época más destacada de su carrera. Se convirtió en un galán del cine por la energía sexual que transmitió en Dirty Dancing (Emile Ardolino, 1987) y, al comienzo de una nueva década, siguió emanando testosterona como un amante trágico en Ghost (Jerry Zucker, 1990).
La primera versión de Road House funciona tanto para la gente que la vio como estreno de temporada como para gente nueva que busca entender un lapso del pasado. Un cuidador de bar es llamado para encargarse de buscapleitos en un bar decadente de la zona rural de Estados Unidos. Para enfocarse en un público adulto, se muestran algunos desnudos que incluyen el trasero del protagonista –pensando que no sea un doble-. Destaca la aparición del luchador estadounidense Terry Funk como bravucón. La vida de Funk da para un largometraje emotivo por una trayectoria extensa y distintos escenarios; de los mejores años de la National Wrestling Alliance (NWA) a participar en luchas violentas en Japón con explosivos, fuego y alambre de púas.
Amazon, ahora dueño de la insigne productora MGM, estrenó hace poco su remake de Road House con la dirección de Doug Liman. Post Malone, peculiar cantante americano, hace una aparición especial como peleador clandestino en un bar. Un sujeto misterioso lo reta y, al quitarse la ropa, es Elwood Dalton (Jake Gyllenhaal); expeleador de artes marciales mixtas en Ultimate Fighting Championship (UFC) que vive atormentado por un accidente adentro de la jaula. Malone rehúye pelear y, poco después, Dalton es invitado a trabajar en un bar a un costado del mar que sufre de disturbios frecuentes.
El problema principal de esta nueva versión es el guion. Existen momentos como poca credibilidad, torpes e incluso absurdos. Eso daña el trabajo de un grupo de actores que realizan su trabajo como deben. Gyllenhaal ingresa al octágono de UFC con todo y presentación de Bruce Buffer, anunciador principal de la marca. Conor McGregor, peleador irlandés que ha ido de ser uno de los mejores del mundo a un sujeto criticado por la opinión pública, hace una aparición especial como sicario. La batalla final de estos dos es una de las secuencias más entretenidas de la película. Ojalá que sea un previo de lo que será el regreso a las artes marciales de Conor frente a Michael Chandler en la pelea estelar de UFC 303 el sábado 29 de junio.
Para el espectador exigente del cine, debe ver la primera versión de esta historia y olvidarse de la nueva entrega. En caso de ser fanático de las artes marciales mixtas, tener tiempo libre y una dotación suficiente de botana en casa; el remake es el complemento necesario. Conor tiene presencia en pantalla y no sería extraño verlo como actor constante en otras producciones. Ambas películas están disponibles en Amazon Prime.
(Foto: X).
Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
Contacto: salroc19@gmail.com