Música de fiesta, precariedad en las favelas de Brasil, pasión por el jiu-jitsu y la convicción por dejar atrás la pobreza son los escenarios que presenta un largometraje estrenado en la plataforma de HBO Max hace unas semanas. El desarrollo del “arte suave” -traducción del jiu-jitsu- en Brasil ha derivado en doctrina regional. La película deja en claro el tema y personaje principal desde el título: Cinturón negro: la verdadera historia de Fernando Terere (Caco Souza, 2023).
El comienzo es sencillo. Unos adolescentes recorren una de las zonas más pobres de Río de Janeiro tras robar una revista. Cuando están a salvo y toman un poco de aire; el acompañante de Fernando pregunta por el tipo de publicación que acaban de hurtar. Se sorprende y reclama al observar que la revista se dedica a temas de combate. “¿Me hiciste correr por un hombre sudoroso en portada?” dice indignado el cómplice del hurto. Fernando defiende la situación al mencionar que el sujeto en portada pertenece a la familia Gracie. Los Gracie representan una dinastía respetada en el jiu-jitsu de alto nivel. Son destacados entrenadores de artes marciales mixtas.
Hace treinta años, antes de que Ultimate Fighting Championship (UFC) se convirtiera en una empresa multimillonaria, realizó su primer evento el 12 de noviembre de 1993. Las reglas, comparadas a la normatividad actual, se acercan más a la clandestinidad que a un deporte profesional. Sin división de peso y límite de tiempo, los combates se realizaban hasta que un oponente lograra derrotar al otro. Royce Gracie, con una complexión promedio y usando el tradicional gi, ganó la primera función de UFC con rendiciones aprendidas en varios años de practicar el jiu-jitsu. Un nuevo mercado comenzó por la gente curiosa de dominar un estilo de combate que mostró resultados.
Pese a las condiciones adversas de su entorno cotidiano, Fernando encontró una academia en su localidad. Ganar competencias y obtener dinero para ayudar a su familia llevaron a Fernando hasta competencias nacionales y mundiales. El apelativo de Terere lo obtuvo, según el largometraje, por cantar el éxito del grupo Tag Team: Whoomp! (There it is). Repetir el coro de la canción hizo que sus amigos lo nombraran así.
Con estabilidad económica y una hija recién nacida, la vida de Fernando tuvo una etapa contrastante. Impartió clases de jiu-jitsu a jóvenes de las favelas para tratar de alejarlos de situaciones violentas. Comenzó a consumir drogas con regularidad; una estadía en Estados Unidos para impartir clases lo llevó a probar productos sintéticos. Padecer esquizofrenia -sin un diagnóstico a tiempo-, lo dejó con problemas mentales graves al unirse a estas situaciones. Protagonizar un conflicto en un avión posterior a los antecedentes del 11 de septiembre de 2001 lo dejó en un momento de riesgo para enfrentar una sentencia en prisión. Aunque logró evadir el tiempo arrestado, esto marcó el comienzo de una crisis de años en la vida de Terere.
En una entrevista realizada a Mil Máscaras hace años, narró la experiencia que tuvo con un profesor de artes marciales. Su entrenador le dijo que el cinturón de un combatiente obtenía el color negro por la suciedad de entrenar de forma constante. Esto se aprecia en las secuencias donde el tema de preparación es clave para el éxito. Más allá de combates impactantes, la historia se enfoca en lo dramático de la vida de Terere. La fotografía está cuidada. El director hace un trabajo eficaz y los actores son convincentes. El guion cae en varios lugares comunes, ese es su principal defecto. La película está disponible en la plataforma de HBO Max. Un producto dedicado para los seguidores de las artes marciales que desean despejar la mente y comer mientras aprecian una película.
Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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