El boxeo tiene un lugar especial entre la afición al deporte en México. Desde que llegó el profesionalismo en los primeros años del siglo pasado; la gente se sintió atraída para acudir a las arenas donde las primeras estrellas nacieron. Basta decir que el expresidente mexicano, Adolfo López Mateos, tuvo influencia directa en la creación de la organización de boxeo más importante en el mundo -a la fecha-: el Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
La tecnología hizo que el romanticismo de estar al pendiente de la actividad boxística se perdiera. Aunque suena como un tema de siglos de diferencia; la tecnología logró que el compromiso de los comunicadores de la época fuera menos exigente. Cuando tener un televisor en casa era muestra de una economía solvente de los propietarios; la gente hacía una pausa en sus actividades para escuchar las narraciones por radio. Televisa o algunos diarios de alto perfil contaban con los recursos suficientes para enviar gente a distintos lugares de México y el extranjero. Un viejo dicho del periodismo clásico sale a flote “escribir bien y escribir rápido”.
En este momento, Saúl “Canelo” Álvarez es una marca que se vende más allá de los cuadriláteros. La estrategia para vender su pelea contra Gennady Golovkin es clásica, eso no le resta eficacia. ¿Qué ha pasado con los grandes ídolos del boxeo mexicano? Salvo los escasos testimonios de la gente que los vio en acción, es complicado encontrar materiales bien escritos y con información certera.
Durante 2020, cuando el mundo buscaba alternativas para lidiar con el Covid-19 -aún lo hace-, Ediciones Proceso reeditó el libro de Mauricio Mejía: Golpe a Golpe. La organización editorial pertenece al semanario fundado por Julio Scherer. Hace un par de años, anunciaron el lanzamiento de una serie de opúsculos (punto medio entre folleto y libro) dedicados al boxeo con la participación de escritores destacados. Ernest Hemingway, James Joyce, Alejo Carpentier y otras voces reconocidas estuvieron incluídas. Tras sacar a la venta algunos ejemplares, el proyecto se interrumpió por falta de ventas. Una situación que los amantes de la lectura y el boxeo todavía lamentan.
Mejía, periodista con varios años en el medio, escribe de diecinueve boxeadores mexicanos. En los capítulos dedicados a los cubanos de nacimiento, Ultiminio Ramos y José Nápoles, se hace la aclaración que se les considera mexicanos por la relación íntima que lograron con el país. El recorrido abarca distintas décadas, desde Rodolfo “Chango” Casanova a Julio César Chávez. Al igual que una pelea de alto perfil, los estilos se contraponen. Parte de los textos son ensayos; aparecen entrevistas -¿de ficción?- y algunas crónicas en tercera persona. Por la complejidad de abordar toda la vida de un peleador, nada más se comentan algunos hechos memorables en las vidas de cada personaje.
Por una cuestión de regionalismo, la narración en primera persona del autor al platicar con Ultiminio “Sugar” Ramos es especial. Se habla del zócalo del puerto de Veracruz con su música en vivo, las mesas listas para recibir a gente con ánimo de divertirse y la presencia usual de mujeres con una belleza que cautiva a distintos hombres. Alentado por el instinto de periodista y un par de rones, el narrador hace que Ramos hable desde su infancia en Cuba hasta el final de una sobresaliente carrera con los guantes.
Quizá las múltiples referencias literarias y filosóficas pueden considerarse innecesarias; cuestión de criterios. Mejía logra transmitir los claroscuros del pugilismo, actividad que la mercadotecnia rara vez hace. Se trata de un material que merece estar en la biblioteca personal de cualquier seguidor a lo que un periodista del New York Times llamó la “dulce ciencia”. Golpe a Golpe está disponible en librerías y también en formato digital en la tienda digital de ediciones Proceso.
Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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