
Existen dos cosas sagradas en Diggstown: el boxeo y las apuestas. La situación es aprovechada por un carismático timador que acaba de terminar su condena, Gabriel Caine (James Woods). La fama como embaucador ha provocado el rechazo de viejos compañeros de atracos. El objetivo, para llevarse miles de dólares en un negocio arreglado, es una comunidad rural estadounidense que también comparte el título del largometraje: “Diggstown” (Michael Ritchie, 1992). En español titularon a la película como “El golpe perfecto”.
Reclusos combaten frente a un público caliente; esto se aprecia en los primeros minutos de la historia. Caine hace actividades en simultáneo: supervisa la pelea, guía a una persona para que trasporte miles de dólares fuera de la cárcel y revisa el estado de salud en uno de los combatientes. El encierro está por concluir y, para un tipo sagaz como Caine, es momento de generar ingresos. Vestido con ropa elegante y automóvil nuevo, visita a “Honey” Roy Palmer (Louis Gossett Jr).
Palmer es entrenador de boxeo. La visita e historial de Caine generan inquietud en la rutina apacible de Roy: no pude alejarse de una treta con cientos de dólares de por medio. Diggstown es un sitio pequeño con pocas actividades para divertirse. Embriagarse y admirar boxeo en el gimnasio local son las únicas opciones. Gabriel hace una apuesta inusual con el ambicioso alcalde John Gillon (Bruce Dern). En un lapso de 24 horas, Roy debe enfrentar –y vencer- a diez residentes de la comunidad. Lo extenuante y peligroso de la propuesta recuerda la época antigua del pugilismo donde se carecía de tiempos límites, división de pesos y revisiones médicas antes de pelear.
La actriz Heather Graham tiene un papel secundario interpretando a Emily Forrester; chica local que busca emigrar lo más pronto posible. La presencia en pantalla de Graham –en la misma década- ayudó a lograr papeles destacados como agente secreto en una sátira de James Bond (Austin Power: The Spy Who Shagged Me, 1999) y ser dirigida por Paul Thomas Andersen en un drama enfocado a la industria del cine pornográfico (Boogie Nights, 1997). Los momentos de combate, que muestra desde granjeros a un par de peleadores inesperados, están filmados con la calidad necesaria para ocasionar dramatismo. En la era actual donde son pocas las opciones diferentes en temas de entretenimiento; Diggstown es un uppercut que cimbra el aburrimiento de los aficionados al boxeo.
(Foto: X).

Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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