
Los mejores peleadores del mundo, cada cinco años, se reúnen en un torneo clandestino llamado Kumite. No existe límite de tiempo, división de pesos o separación por estilos de combate. Tres formas para ganar: noquear, rendirse de forma verbal –decir “mate”- o caer fuera de la tarima donde se desarrollan las batallas. Estas líneas ayudan dar una breve reseña de la película Bloodsport (Newt Arnold, 1988).
Jean-Claude Van Damme hizo uno de los papeles más recordados de su carrera cinematográfica como Frank Dux. Un joven estadounidense abandona el campo militar para viajar a Hong Kong. La travesía es necesaria para ser vencedor de un torneo donde múltiples estilos de combate se encaran para encontrar a un sujeto que, además de dominar un estilo de combate, exhiba un espíritu guerrero. Ante de salir de Estados Unidos, Frank visita al señor Tanaka (Roy Chiao). Una serie de secuencias muestran como este fue el shidoshi –maestro en japonés- de un rebelde Dux en su adolescencia.
Al usar transporte público camino a su hotel en Hong Kong, Frank conoce Jackson (Donald Gibb). Este personaje, con exceso de clichés, se gana al espectador por su carisma y apariencia de tipo rudo. Tipo alto, complexión robusta, bebedor constante de cerveza en lata y con múltiples playeras de la marca Harley-Davidson en su maleta de viajero. Antes de comenzar la competencia, un par de personajes secundarios relevantes aparecen.
Dos detectives americanos viajan para buscar a Dux. Uno de ellos, Rawlins, es interpretado por Forest Whittaker. La trayectoria de este actor es amplia y destacada; ganó un premio Óscar a mejor actor por su versión de un dictador africano en The Last King of Scotland (Kevin Mcdonald, 2006). Dux y Jackson intervienen durante el acoso de un peleador de medio oriente a una periodista llamada Janice (Leah Ayres). El porte de la mujer evoca más a una modelo que al de una chica dedicada a informar en un país extranjero. Esto da comienzo a una relación romántica entre Dux y Janice.
Las peleas del Kumite de desarrollan en una arena ubicada entre barrios de clase baja. Se aprecian calles estrechas, sucias, decenas de letreros que derivan en contaminación visual y tuberías que chorrean por su mal estado.
La música es idónea para resaltar las secuencias de combate y persecución.
La primera fase de las eliminatorias directas exhibe elementos de karate, boxeo, capoeira y muay thai entre otras disciplinas. Decenas de jóvenes se inspiraron en los visto en pantalla para entrenar una actividad de combate. Lo mismo ocurrió cuando Bruce Lee se hizo estrella cinematográfica por su estilo particular de combate en películas de acción.
Este largometraje se tradujo en México como “Contacto Sangriento”. Por años, fue una película habitual en la programación de Canal 5. El planteamiento comercial de marcas de artes marciales mixtas parte de la euforia de la gente en los combates. Gente extasiada por la violencia, peleadores que soportan el castigo por la adrenalina y la posibilidad de ganar dinero al participar en apuestas. 36 años han pasado desde el estreno de esta película y no pierde la capacidad de enganchar al espectador.
Un clásico que seguirá motivando a sus nuevos espectadores para conocer un arte marcial y, si se tienen las cualidades suficientes, adentrarse en el profesionalismo.
(Foto: X).

Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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