En filosofía, la esencia constituye aquello que es invariable, la propia e indisoluble identidad de las cosas. Vayamos donde vayamos, nuestra esencia es imperturbable. Única.
La razón, por su parte, es una virtud del ser humano para reconocer conceptos, y no sólo eso, también cuestionarlos. La razón nunca es absoluta, y de vez en cuando la vemos malabareando en la cuerda floja de las cosas más mundanas como es, por ejemplo, el futbol.
Ganar un (bi) campeonato con un penal en la recta final de un partido en que Cruz Azul había tenido más opciones, con el dramatismo de una revisión que como sea no sirvió de nada más que para confirmar lo que el árbitro Ortiz señaló desde un principio, corresponde puramente a la esencia del América, un equipo al que jamás le será aplicado el mismo criterio de la razón.
La esencia del América no sólo es su propia e indisoluble identidad, es también, al mismo tiempo y quizá en mayor medida, la identidad de todo aquel que no comulga con sus colores. Esa esencia desbarata la razón.
Para el antiamericanista y la mayoría de aficionados de cualquier otro equipo (o hasta para el que no tiene un equipo), la esencia del América radica en la deshonestidad de sus títulos. No importa el argumento que se le plantee, la ayuda arbitral siempre ha estado de su lado. Por eso se le mide diferente, por eso se cuestiona su grandeza.
Para la mayoría del aficionado americanista, la soberbia forma parte de la esencia. ‘Ódiame más’, rezaba una leyenda publicitaria hecha a la medida. Por eso festejan invitando a todo aquel que no es de los suyos a continuar el llanto de la queja, presumiendo una copa sin asomo de arrepentimiento y mucho menos desencanto por la polémica generada.
¿Polémica? Otro elemento intrínseco en la esencia del americanismo, y más aun, en la del antiamericanismo. El principal alimento, de hecho.
Dividir la razón entre los que no consideran que haya penal, y entre los que, con la lupa en una mano y el corazón en la otra sí detectan elementos de una falta de Rotondi, es parte de esa capacidad humana de reconocer conceptos y, principalmente, cuestionarlos.
En tiempos donde las redes sociales y la costumbre politica de un país promueven la división de bandos como ejercicio común (el que no piensa igual está en contra), las tendencias se radicalizan al punto de resultar incomprensibles los argumentos de los unos para con los otros, y viceversa.
La razón no solo se plurifica, se dispersa y se distorsiona.
Alejados de un intento por encontrar razones absolutas, habrá que reconocer que la polémica y la controversia forman parte de la esencia del futbol, un deporte donde la razón normalmente depende del color de playera con el que se mire.
Al final, quedará en la esencia de cada quien las razones de su festejo o de su lamento. De un lado el americanismo que presume ya la tan anhelada 15 con bicampeonato incluido, del otro, el antiamericanismo que de por sí, acostumbrado a moldear la razón con tal de satisfacer el descrédito de ese equipo al que aborrece, hoy encuentra por lo menos un poco más de elementos para su ejercicio favorito.
(Foto: X).
Periodista deportivo desde 2004. Creador del concepto multiplataforma Plan de Juego.
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