Compartió cartel con El Santo, Blue Demon y Black Shadow. Fue uno de los muy pocos que obtuvo la cabellera del Cavernario Galindo y se consolidó como un exponente de talla nacional. Hoy, Jorge Oropeza Carreón, El Ciclón Orizabeño, lucha ya en el encordado celestial.
El pasado lunes, a la edad de 89 años y como consecuencia del cansancio propio de su edad, Jorge Oropeza partió al descanso eterno. «Se fue en paz y se despidió de todos», dijo Carlos, su hijo.
En tiempos donde la lucha libre era un fenómeno nacional que no requería de todos los medios ahora disponibles, el Ciclón Orizabeño se llegó a consolidar como una de las figuras del país, recorriendo varias partes de la República Mexicana.
En diciembre de 2017, en una entrevista concedida al aquí firmante (para Diario El Mundo de Orizaba), recordó el día que se fue de casa para seguir el sueño de la lucha libre, y compartió también algunas memorias de aquellas tardes en su hogar, comiendo al lado de las grandes figuras del Pancracio.
Nace el Ciclón Orizabeño
En aquella entrevista, Oropeza Carreón recordó que fue don Julián Hernández el primero que lo entrenó y además, quien le puso el nombre del Ciclón Orizabeño. Al lado de otros jovencitos, recibió sus primeras instrucciones y aprendió los aspectos básicos de la lucha. Pronto empezó a destacar.
Adiós a casa
Su talento obligó a que muy joven se fuera de casa con rumbo a León, con el fin de convertirse en luchador. Su papá Jacinto no lo quería dejar, pero al final la insistencia del Ciclón se impuso. Y es que a su papá no le gustaba verlo luchar. De hecho compartió la anécdota de alguna vez en Guadalajara, cuando su madre sí entró a la arena y su papá prefirió irse a un restaurante. La sorpresa de don Jacinto fue que ahí estaban viendo la pelea de su hijo. No hubo otra opción que mirar.
El Santo, un amigo
Una de sus primeras luchas con El Santo fue en Ciudad Mendoza. Le siguieron funciones en diferentes lugares y por supuesto, en la histórica Arena Cocolapan, en Orizaba. Acabadas las peleas en el desaparecido recinto, la siguiente parada era en el hogar de don Jorge Oropeza, ahí donde vivió hasta los últimos días. En la casa, todos comían juntos: «me iba por la hierba maestra del Cavernario», porque abajo del ring, todos eran amigos.
La cabellera del Cavernario
En 1972, en una contienda cabellera vs cabellera en la Arena Cocolapan, Jorge Oropeza venció al Cavernario Galindo, uno de los rudos más trascendentales en la historia de la lucha libre mexicana. Fue uno de los pocos que pudo lograr esa hazaña y uno de los momentos más importantes en la carrera del orizabeño.
Una fractura lo retiró
Don Jorge Oropeza pudo haber seguido incursionando en la lucha, de no haber sido por una lesión de rodilla que obligó su retiro. Era una lucha contra El Gran Davis, también orizabeño. Además había otros exponentes de México. Abajo del cuadrilátero, Oropeza levantó a su paisano y le dio el azotón en el piso, luego se subió al ring, siguió a la tercera cuerda y se aventó. La caída no fue buena, su rodilla pegó en el suelo. Ahí lo agarraron a patadas. La fractura estaba hecha.
Sin embargo, no se alejó de la lucha. Se dedicó a promover algunas funciones y a impulsar talento joven. Además transmitió el amor por este deporte a otras generaciones de su familia.
Un histórico de la ciudad
Fue reconocido como orizabeño distinguido. Su legado ha trascendido de generación en generación de luchadores.
A estas alturas, seguramente don Jorge Oropeza ya se ha reunido con El Santo, El Cavernario Galindo, su paisano Gran Davis y muchos más.
La campana está sonando. Hora de luchar en la arena celestial.
Que en paz descanse, Jorge Oropeza Carreón.
Periodista deportivo desde 2004. Creador del concepto multiplataforma Plan de Juego.
Contacto: jesus.mejia@tuplandejuego.com.mx