Las cualidades del protagonista parecen forzadas. Boxeador profesional, campeón del mundo, patriarca de una familia extensa, millonario, bipolar y gitano. Tyson Fury acumula características que pueden llevarse al entretenimiento como una serie o película. La fama del campeón peso completo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) hizo que Netflix grabara su vida para una serie documental que acaba de estrenarse en la plataforma: At home with the Furys (2023).
Se aprecia un contraste en las motivaciones del material desde el inicio. La vida ostentosa de los Furys cae en el mal gusto y lo superfluo. París, esposa de Tyson, da la impresión de tener controlada la situación de criar a seis hijos. Su imagen cotidiana es impoluta: ropa de marca, cabello cuidado, maquillaje cargado y manicura elegante. No se le ve lavando ropa o preparando una comida extensa para la familia. Salvo preparar un postre tras un viaje de su esposo, las actividades cotidianas no parecen ser una prioridad. En ningún momento se aprecia a persona que la ayude a mantener su elegante residencia cuidada.
Tyson tiene problemas para adaptarse a un nuevo estilo de vida tras anunciar su retiro del boxeo profesional. La victoria por nocaut conseguida ante Dillian Whyte el 23 de abril de 2022 en el estadio de Wembley revitalizó a la industria del boxeo profesional tras los efectos causados por la pandemia de Covid-19. Contagiado por miles de fanáticos que gritaban su nombre en un sitio icónico para el deporte profesional; Fury decidió abandonar el boxeo para estar más tiempo con su familia.
El carisma de Tyson es evidente. La personalidad del sujeto que mide dos metros, cabeza rapada, barba extensa y sonríe con frecuencia, genera aceptación. Salvo algunos pasajes de la serie, su ropa diaria es la misma de la marca deportiva que publicita su nombre. El efecto de la globalización permite que, con facilidad, se encuentren contenidos en formato de realidad con un éxito importante. Usar la fórmula que brindó popularidad a la familia Kardashian -por mencionar a un grupo de esta índole- es un error. Punto básico de un programa de realidad, generar situaciones que mantengan al espectador en sintonía.
Tommy Fury, hermano menor de Tyson, tiene participación en la serie. El consanguíneo del protagonista intenta darse a conocer en el mundo del boxeo previo a convertirse en padre por primera ocasión. Dato curioso: conoció a su pareja en un programa de realidad. Ahora aparece en un producto similar donde intenta llegar a un nuevo público. Discreto en sus declaraciones y respetuoso; Tommy da la sensación de ser un sujeto más equilibrado que Tyson.
La producción de Netflix es impecable. Fotografía de calidad, dirección de cámaras variada y una edición correcta que mantiene un ritmo ágil durante los nueve episodios de la temporada. Cuando los testimonios salen del personaje, las declaraciones son más valiosas. Tyson habla con franqueza de los problemas mentales que lo llevaron a una depresión grave hace unos años. Las opiniones de los niños Fury ante cámaras generan empatía. Tyson sigue en la opinión pública: el 28 de octubre tiene programada una pelea de boxeo con un ex campeón completo de Ultimate Fighting Championship (UFC): Francis Ngannou. El apodado “rey gitano” es tan impredecible como las combinaciones que usa en una pelea.
Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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