La lucha libre mexicana es una actividad con múltiples perspectivas. Gente que no es aficionada al también denominado deporte espectáculo ha intentado explicar cuál es la fascinación por ver combatir a un par o múltiples sujetos arriba del cuadrilátero. Un documental producido por Televisión Española (TVE) hizo una aproximación exitosa al pancracio en 1990 con el documental: Gladiadores en la arena mexicana (Pascual Cervera).
Usar la frase de “material de culto”; resulta común para productos que se convierten en una referencia con el paso del tiempo. Filmado a finales de los años ochenta, presenta la lucha libre mexicana previo al éxito comercial derivado de regresar a la televisión abierta nacional. En la secuencia de créditos iniciales -con un fondo musical a cargo del Conjunto África interpretando “Los luchadores”- aparecen las inmediaciones de una arena. La gente come antojitos previo a disfrutar un cartel con las estrellas del momento. El colorido de las máscaras que se ofertan para estar acorde a las circunstancias. Los puestos de periódicos -de la época- donde se ofrecían múltiples revistas especializadas en lucha libre.
El listado de sujetos ilustres que hacen aparición en pantalla es extenso. Carlos Suárez, luchador retirado y por años acompañante de El Santo -incluso apareció como patiño en sus películas-, da una explicación al espectador de las reglas básicas de la actividad mientras se acomoda a un costado del cuadrilátero en la Arena Coliseo. Carlos Monsiváis se presenta con un estilo particular: menciona que es una persona tímida, dedicada a las letras (periodista y escritor) y fanático entusiasta a la lucha. Algunas de sus ideas sobre la lucha pueden consultarse en el libro Los rituales del caos (Ediciones Era, 1995) y el prólogo que escribió para la publicación de Lourdes Grobet: Espectacular de lucha libre (Trilce Ediciones, 2005).
Distintos aficionados explican porqué son asistentes constantes de las funciones. No dudan en mencionar que los cautivan al ver lances, las cruentas batallas y dejarse llevar por el ambiente. Virginia Aguilera da el testimonio más destacado. Acudió por años a las arenas y, a una edad madura, era una persona plenamente identificada por luchadores y aficionados. Entrevistada en su casa, mostró una amplia colección de máscaras profesionales que recibió de manos de los mismos luchadores. Pedro “Mago” Septién, con el porte y la cadencia de los primeros narradores deportivos, habla con mesura desde una cabina de transmisión. Resalta el compromiso de los luchadores por estar en condiciones óptimas y el desgaste físico que conlleva exponer la integridad con frecuencia.
No existe una restricción -al menos aparente- al momento de dar voz a luchadores. Se aprecian desde gente que recién está entrenando hasta estrellas. Hijo del Santo y Blue Demon Jr mencionan el compromiso de mantener el legado de los personajes que portan. El ritmo del largometraje es ágil, pero sin caer en lo superfluo. La fotografía y dirección de cámaras es de primera. Por la calidad de la imagen, se nota el paso de los años. Es un detalle mínimo para un producto que le da el valor que amerita una actividad que está por cumplir noventa años. El documental puede consultarse en línea sin mayor problema. Monsiváis termina su intervención con un aforismo memorable: “Solo en la lucha libre el bien se enfrenta al mal en igualdad de condiciones”.
Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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