El título de la película Llanto, risas y nocaut (Julio Aldama, 1974) permite clasificarlo, con cierta facilidad, como un largometraje de origen mexicano. Con los fracasos recientes de equipos mexicanos de fútbol en competencias internacionales, pensar en los éxitos internacionales del pugilismo azteca sirve para quitar el malestar. Esta película, al ser analizada con el criterio de un cinéfilo/periodista/aficionado al boxeo sobresale más por sus características que por el producto completo. Desde su realización se pensó como un atractivo para la gente de la época. Conseguir un Ariel o premio de la crítica extranjera nunca apareció como objetivo.
Inicia la película y se aprecia un cartel de boxeo diseñado por los talleres de serigrafía del siglo pasado en México. Fondo blanco y letras de colores para resaltar los nombres de los peleadores. Un hombre en posición de combate acapara las miradas. Se trata de uno de los grandes ídolos del deporte mexicano: Raúl “Ratón” Macías. Una pelea entre pesos ligeros ayuda como fondo en la secuencia de los créditos. Se anuncia un reparto de actores boxeadores: Raúl Macías, Rubén “Púas” Olivares, Rafael Herrera y Octavio Gómez. Sergio Ramos “El Comanche” y Patricia Reyes Spíndola sirven como actores de reparto que le dan respaldo en pantalla a los deportistas que muestran escasas habilidades como artistas.
La historia se enfoca en las vivencias cotidianas de los boxeadores. Deben lidiar con promotores abusivos y un gimnasio que, salvo un ring instalado al aire libre en un terreno amplio, luce más como una bodega clandestina. Bellas mujeres, con maquillajes cargado y ropa de la época, acompañan a los protagonistas en sus altibajos. Es divertido que Olivares tenga una hermana con la que tiene nulos rasgos físicos en común. “Ratón” Macías se enamora de la chica y tiene la inquietud de admitir su amor ante su amigo Rubén.
Existen varias secuencias que ocasionan risa. Nada más el guionista y productores de la película saben si se hicieron con la intención de lograr esa reacción o se trata de humor involuntario. “Satanon”, hombre de talla pequeña, se ostenta como un mánager que llevó al estrellato a varios boxeadores. Cuando aconseja al “Chiquilín” para que destaque como peso completo, sus lecciones son las de un aficionado cualquiera. Los intereses amorosos de los peleadores tienen diálogos que, si bien buscan imitar el lenguaje popular de la época, se nota la incomodidad de las actrices al decirlos.
Durante una fiesta, se escucha una canción con elementos de son cubano que tiene la misma letra de la película. Esa es una de las secuencias mejor logradas. Sergio Ramos es quién se lleva la película por su trabajo. Saca adelante el papel de un sacerdote que combina su pasión por el boxeo con la encomienda de un religioso que apela por el bienestar de su comunidad.
En 2023, está contemplada una aparición especial de Saúl “Canelo” Álvarez en la tercera película de la saga Creed. Michael B. Jordan, asume dos funciones primordiales en uno de los estrenos con mayor expectativa del año: protagonista y director. La Asamblea General Ordinaria de Olímpicos Mexicanos otorgó, hace unos días, un certificado post mortem a los familiares del “Ratón” Macías por representar a México en los Juegos Olímpicos de Helsinki (Finlandia) 1952. Pronto se tendrán elementos para hacer un parangón actoral entre dos individuos históricos del boxeo en México. La versión remasterizada de Llantos, Risas y Nocaut está disponible en Claro Video.
Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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