El fichaje de Cristiano Ronaldo por el equipo árabe Al-Nassr, hace más que evidente el cierre de una rivalidad deportiva única dentro de la historia del fútbol contemporáneo, misma que desató pasiones, polémicas, comparativas y mucho debate.
Leo Messi continúa en la élite, siendo campeón del mundo y fortalecido para afrontar la segunda parte de la temporada con el PSG, buscará acrecentar su figura y legado, algo que pase lo que pase, será inobjetable.
El paralelismo del ascenso futbolístico
En el ya lejano 2003, la academia de entrenamiento del Manchester United era testigo de ver el esfuerzo, y constancia de una joven promesa oriunda de Portugal de escasos 18 años, cuya hambre e ímpetu por destacar en la élite del deporte, lo convirtió en un ente de admiración y respeto, comentan desde jugadores hasta personal del staff, que era el primero en llegar y el último en irse de los entrenamientos, todo con tal de pulir su talento y físico, mismo que al paso de los años le dotaría de una fabulosa forma futbolera.
Fichado del Sporting de Lisboa, Cristiano Ronaldo llegaría a una de las mejores ligas si no es que la mejor como la Inglesa, en un equipo que destacaba tanto en Inglaterra como en Europa, lleno de jugadores de gran renombre y dirigido por el que quizá sea, el mejor entrenador de fútbol de la historia; el entrañable Sir Alex Ferguson, quien aparte de dejar un legado imborrable con el Manchester United, también sería el “padre futbolístico” de este fuera de serie, quien le arropó y dotó de lo necesario para destacar, el resto fue historia.
A la par, en Cataluña se vivían momentos similares a las de una revolución, Joan Laporta asumía la presidencia del club blaugrana, ávido de encontrar la fórmula que lo catapultara de nueva cuenta a lo alto; la llegada de la gran promesa mundial que ya era una realidad como Ronaldinho, o el fichaje del primer mexicano en jugar para el Barcelona como Rafael Márquez, fueron de esos grandes cambios, sumado a un joven rosarino del que ya se hablaban cosas interesantes hacía su debut con la casaca culé un año después, en el 2004, rodeado de un equipo que empezaba ya a dar destellos de ese fútbol que se esperaba, aquel talento de La Masía, con un don dotado por naturaleza, estaba destinado convertirse en su más grande referente.
El auge de la gran rivalidad
La capital italiana Roma, sería el escenario que nos compartía el que considero, el gran partido que inició de forma indirecta, este gran duelo que perduraría por más de una década en el fútbol mundial; era la final de la Champions League en el 2009, Manchester United venía como campeón defensor y gran favorito, con Cristiano Ronaldo con su primer balón de oro, buscando la consolidación global; por el otro lado, el Barcelona llegaba con una temporada casi imposible de igualar, con el “desconocido” Pep Guardiola, que sin tener tan sólo un año en la élite, barrió contra todo en aquel año, apoyado por el joven Lionel Messi, que disfrutaba ya de los reflectores como la “antítesis” perfecta del portugués.
Amigos lectores, créanme que como aficionado tanto al Barcelona como al Manchester United, era complicado estar de un bando en esta gran final, pues sabía que cual fuera el resultado, me generaría sentimientos encontrados, y a pesar de que así sucedió, pude constatar la magia derrochada en aquel encuentro; el marcador favorecería a los españoles, 2-0 incluido aquel golazo de cabeza de Messi, que no hizo mas que confirmar, que el balón de oro tendría un nuevo ganador, ante la mirada impotente del crack de Madeira, que sabía lo que tenía que hacer si quería recuperar su sitio.
La llegada de Cristiano al Real Madrid, siendo ya un balón de oro y un jugador consagrado tras su exitoso paso con los Red Devil´s, era la respuesta ideal del presidente galáctico Florentino Pérez, ante un Josep Guardiola y su Barcelona con Messi como gran sensación, que les bastó un año para ganarlo todo y dominar al planeta; a su vez y sin pensarlo, estábamos ante el inicio de una batalla que dividió al mundo en 2 bandos; si bien es cierto, ambas estrellas no jugaban solas en sus equipos, que tenían un arsenal envidiable en sus filas, por un lado los merengues se reforzaban también con jugadores de gran prestigio como Kaká, mientras los blaugranas, gozaban de su mejor generación en muchos años, con jugadores de su cantera y que también forjarían las bases de la mejor época del fútbol español en su historia, con Xavi, Puyol e Iniesta como estandartes, pero el foco, el interés y las portadas, estuvieron siempre con Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.
El fútbol a sus pies
La época del dominio entre Messi y Cristiano, nos regaló épicos momentos, donde todos los aficionados se enfocaban cada vez que había un clásico español, era sin duda el partido más esperado de la temporada, donde ninguno de los dos pasaba desapercibido, ya sea por lo que hacían o no hacían dentro del terreno de juego, mismo sentir era para los aficionados, pues siempre había quien estaba con uno u otro, o simplemente disfrutar de ambos, no dejaban indiferentes a nadie, que si lo ponemos en un balance, realmente ambos lucieron estadísticas parejas, difícil decir quién terminó por ganar.
Afortunados fuimos
La salida de Cristiano del Real Madrid a la Juventus, aunado a la desgastada relación entre Messi con la directiva y la cuestión económica de la entidad culé debido al cada vez más exigente régimen salarial en España y su posterior salida, hicieron que este feudo se fuera diluyendo poco a poco, puesto que después de estos acontecimientos, ya nada volvió a ser igual entre ambos, lo que reafirma que definitivamente fuimos muy suertudos en disfrutarlos en plenitud y en una época fantástica para el fútbol en general.
Y entonces, ¿Quién ganó?
La eterna discusión sobre quién fue mejor, creo que podría pasar a un segundo término, ya que es imposible hacer cambiar de opinión a quienes están con Messi y a quienes están con Cristiano, pero más allá de ver quién terminó de ganar este debate, debemos fijarnos y valorar lo que cada uno aportó y dejó para el fútbol mundial, pues sus logros hablarán por sí mismos, aunque si tuviéramos que definir un ganador, considero que la balanza se inclinaría un poco más del lado de Lionel, pero como comenté en estas líneas y recalco, es difícil decir con quién me quedo, ya que disfruté verlos a ambos y lo que hacía.
De Cristiano, me queda el grato recuerdo de gozar de su fútbol mientras estaba en Manchester, que pese a que le reconocía su talento, no terminé de enganchar con su figura, pues jugadores como Wayne Rooney, Paul Scholes e incluso Carlos Tévez (antes de que nos “traicionara” con el vecino de enfrente), eran mis jugadores predilectos, sin embargo, eso no quita que le diera lugar a su peso como jugador.
Del lado de Messi es un tanto diferente, pues con su forma de ser, sí llegué a simpatizar un poco más, pese a que al igual que con Cristiano, no lo considero mi más grande ídolo del Barcelona, siendo ese lugar para el siempre sonriente Ronaldinho Gaucho, pero admito que Messi nos brindó de tantas alegrías.
Quedarse con uno u otro será cuento de nunca acabar, lo escribo no como periodista deportivo, sino como un simple aficionado que tuvo la fortuna y la dicha de disfrutar de estos depredadores de la victoria, lo mejor será decir que los vimos en su máxima expresión, y es algo que contaremos en los años venideros, porque no siempre, suceden épocas doradas como las que tuvimos el privilegio de disfrutar.
(Fotos Twitter).
Periodista deportivo 24/7, gustoso del buen fútbol y y carreras de autos, charla de todo un poco