Luego de los desastrosos resultados que ha dejado la selección mexicana en los últimos tiempos, se decidió por hacer un “cambio significativo”, uno que quizá no dejará conformes a muchos, pues a pesar de los ajustes, existen algunos cuestionamientos sobre si será suficiente para enderezar un barco que se ha hundido por errores y malas decisiones.
Crónica de un fracaso anunciado
El irregular paso de la Selección Mayor, fue solo una parte de la hecatombe que se estaba formando con el tricolor, pues su representativo sub-20 le hizo segunda mostrando un fútbol poco convincente, ganando con dificultad a rivales del área (con el debido respeto) que tendría que ganárseles sin mucho problema; la gota que derramó el vaso fue una eliminación a manos de Guatemala, una selección que poco a poco ha trabajado y venció a los nuestros por la vía “del coco del fútbol azteca”: los penales.
El entrenador de la juvenil, Luis Ernesto Pérez, aceptó tajantemente el fracaso, su fracaso al no poder hacer que este equipo obtuviera una clasificación que pintaba de trámite, pero terminó de absoluto fiasco y con el posterior despido de “Lucho”; por si fuera poco, previamente el presidente de la Liga MX, el señor Mikel Arriola, se aventuró en decir que México estaba listo para mostrarle a Europa que nuestro país trabaja bien con los futbolistas jóvenes, ¿era necesario decir tal cosa? ¿Qué no era más conveniente demostrarlo con hechos? Palabras poco concordantes con la cruda realidad para el talento juvenil de nuestra liga, y para muestra, el botón de la sub-20; sin mundial y sin juegos olímpicos de París 2024 en pleno proceso mundialista donde México será anfitrión, ¿así se trabaja bien con los chavos?
La tenían, era suya y la dejaron ir
Pasando el trago amargo de la sub-20, tocaba el turno para que las chicas tomaran el mando y demostraran al equipo varonil cómo debían hacerse las cosas, en plena época de crisis en selección nacional; el resultado, una desastrosa eliminatoria mundialista, siendo últimas de un grupo “accesible” y sin gol anotado, probablemente la peor eliminatoria previa a un mundial de un representativo nacional en mucho tiempo.
La selección femenil tuvo ante sí, la oportunidad única de poder ganar mayores adeptos, sumando a una liga que ha obtenido buenos resultados y ha favorecido el crecimiento de nivel y ser semillero de jugadoras talentosas para exportación y para la propia selección; la época resultaba la idónea, de poder “salvar”, levantar la mano o al menos equilibrar el duro momento del fútbol mexicano, a sumar un fracaso que supuso una serie de decisiones que fueron objeto de cuestionamiento y críticas.
La aún entrenadora femenil Mónica Vergara era la principal señalada por este pobre resultado, cuyo discurso parece estar ampliamente influenciado por el de Gerardo “Tata” Martino; falta de autocrítica, buscando justificar lo injustificable, decisiones tácticas y futbolísticas que dejan mucho que desear y, por si fuera poco, tomar una postura que pareciera de índole “personal” con la mejor jugadora mexicana desde la época de la legendaria Maribel Domínguez, nos referimos a Charlyn Corral.
Nadie se explica el por qué de la ausencia de la única campeona de goleo mexicana en una liga top femenil como lo es la Liga Iberdrola en España, la segunda goleadora mexicana de la historia en selección con 29 tantos, sólo por detrás de la ya mencionada Maribel Domínguez que cuenta con 82 dianas en su haber.
¿Se tratará de un tema de patrocinadores? ¿Resentimiento personal? ¿No encaja con el grupo? O simplemente no es una jugadora que se “adapte” a un sistema, esta novela hace un paralelismo evidente con Javier “Chicharito” Hernández, quien pese al peor momento que tiene la delantera mexicana en los últimos 40 años, no viene a México pero ni de vacaciones.
De momento, Mónica Vergara se mantiene en su puesto a la espera de que una directora asuma el cargo de dirección de selecciones femeniles y dictamine qué prosigue para la entrenadora subcampeona del mundo sub-17.
Efecto dominó
Alguna decisión tenía que tomarse al respecto, por lo que desde los altos mandos del fútbol mexicano encabezados por el ingeniero Yon de Luisa, activaron la acción de destituir de sus cargos a los responsables directos de dichos papelones; Gerardo Torrado se hacía a un lado de la dirección de selecciones, alguien que a pesar de haber sido un histórico como jugador, no pudo hacerlo ahora desde el escritorio, siendo el principal respaldo de su tocayo Gerardo Martino y quien le daba crédito a alguien que parece ya estar desgastado en el banquillo mexicano.
Junto al “borrego” Torrado, Javier Mier quien era coordinador de selecciones menores e Ignacio Hierro como presidente deportivo, dejaron también sus cargos junto a Luis Ernesto Pérez como entrenador de sub-20, cambios que dejan insatisfecho a gran sector de los medios y aficionados, pues no se necesita ser un genio para darse cuenta que el problema no eran dichos personajes, si no algo más profundo en nuestro fútbol.
Lo que se cosecha, es lo que se obtiene.
Este cúmulo de cambios, podría suponer sólo una porción de lo mucho que podría cambiarse para bien del fútbol mexicano, pues como en todo, el trabajo bueno o malo que se haga en cualquier ámbito, te dará como resultado satisfacciones o decepciones, y en el fútbol mexicano ya se está viendo el resultado real, mismo que no es nada grato; mercadológicamente satisfactorio, pero deportivamente muy endeble, es más, si existiera un mundial de ventas y patrocinios, tenga por seguro mi estimado amigo lector, que nuestra Nación tendría ya al menos un par de títulos en su palmarés, porque en el plano futbolístico poco o nada, la muestra la estamos presenciando en estos momentos.
Seguramente al terminar el mundial de Qatar 2022, muchas conclusiones se tendrán que sacar y quizá con ello una serie de mayores cambios, mismos que tendrán que ser muy radicales si realmente se quiere hacer una mejor selección y principalmente mejorar de fondo la necesitada estructura del fútbol mexicano.
Periodista deportivo 24/7, gustoso del buen fútbol y y carreras de autos, charla de todo un poco