La cinematografía ha propiciado la difusión de algunas ideas sobre el mundo de las artes marciales mixtas. Jean Claude Van Damme tuvo su primer protagónico en una película de acción clásica: Bloodsport (1988). Historia sencilla; un artemarcialista americano viaja a un torneo clandestino en Hong Kong donde participan especialistas en distintos tipos de combate. El primer evento de la empresa líder en artes marciales mixtas en el mundo, Ultimate Fighting Championship (UFC), tuvo el mismo concepto: encontrar el sistema de combate más eficaz. Estrenada en 2018, la serie documental de Netflix, Fightworld va más allá de eso. Trata de dar contexto al origen y motivaciones de estilos de pelea.
Cinco capítulos con visitas al mismo número de países: México, Birmania, Tailandia, Israel y Senegal. El actor Frank Grillo (The Purge: Anarchy, Prison Break, Warrior) es el presentador del programa. La primera parada es México. Miles de personas en su rutina diaria, vendedores ambulantes y altares de culto a la Santa Muerte son parte de los alrededores de un gimnasio de boxeo en Tepito. Las voces del entrenador Ignacio Beristán -mentor de múltiples campeones mundiales- y el legendario Julio César Chávez causan interés. Salvo excepciones, la mayoría de los sujetos que recién comienzan en una actividad de contacto tienen un mismo punto de encuentro: salir de la pobreza para vivir mejor.
Practicar el “arte de las ocho extremidades” -brazos, codos, rodillas y piernas- en Tailandia amerita comenzar desde la adolescencia. Mientras el sujeto está arriba del ring, un apostador lo alienta entre cada asalto para ganar a cambio de un premio económico. Contabilizar más de cien peleas antes de los treinta años es común. Birmania tiene una variante más agresiva; acepta cabezazos. Estremece ver el rostro herido de niños en condición de pobreza que deciden combatir a cambio de adquirir experiencia en un ámbito con posibilidades de dar estabilidad económica. Además de enseñar los sitios de entrenamiento y vida de los peladores; el programa se da el tiempo de mostrar parte de las costumbres de cada sitio. La población africana no pierde la inclinación cultural a temas sobrenaturales. Antes de combatir en un híbrido de lucha y boxeo tradicional en Senegal; los practicantes recurren a pócimas para evitar embrujos y malas energías del público que acude a verlos en acción.
La gente en Israel vive acostumbrada al conflicto por temas étnicos y religiosos. El servicio militar es obligatorio. El Krav Maga no busca la estética o ganar puntos en un combate: se trata de neutralizar al agresor con eficacia. En un entorno actual con restricciones de tránsito; el recorrido que hace Fightworld es enriquecedor. Las actividades de combate son más amplias de las que demuestran organizaciones deportivas apoyadas por estrategias mercadológicas. Vivir en simultáneo a millones de personas en un solo planeta implica un esfuerzo constante. El instinto de supervivencia hace que el individuo se mantenga en movimiento pese a los obstáculos cotidianos.
Periodista formado en la teoría y práctica. Disfruta desde un evento de lucha libre en la calle hasta un partido de Champions.
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