El gol en el momento indicado y un alta precisión defensiva a lo largo de los 90 minutos, fueron los factores determinantes para que el Chelsea se impusiera al Manchester City y convertirse de esta forma en monarca de la Champions League con marcador de 1-0.
El gol que pinta de azul el cielo europeo ha sido obra de Kai Havertz al minuto 42. Por cierto, su primer tanto en esta competición continental. Una jugada surgida en los botines del portero Mendy y que contó con la principal distinción del equipo en este partido: la verticalidad.
Un ajedrez futbolístico en la cancha del Estadio do Dragao. Ahí la partida la ganó Tuchel, que sanó su herida personal de haber perdido la final de la campaña anterior (al mando del PSG). Guardiola no pudo hacer que su equipo mostrara la mejor versión y al final se llevó la derrota.
Ngolo Kanté se quedó con el nombramiento de jugador del partido y nadie podrá discutirlo, con base en su rendimiento en la media cancha.
Este es el segundo título de Champions para el Chelsea.
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